miércoles, 25 de junio de 2014

Juntos


Rebecca Mock
SO MUCH LOVE TO DO. Scout Niblett
 
Construimos aquella
casa de juguete
sobre una colina
con ramas
 piedras
 pajas
y dos semillas
dentro
deseando
intensamente
que
se hiciera real
se hiciera real
y
abrazados
frente al sol
de poniente
consagramos
juntos
el rito
nuestro amor
era un milagro
el ocaso
un sortilegio



aquel hogar
lo más bello
en la tierra



"Love & seeds".  Vicente Muñoz Álvarez

martes, 17 de junio de 2014

A TODOS


A todos amé mientras Natalia me amaba,
grapas que delfines, yeguas que ancianos,
mudos que abiertos y también semifusos,
a las ruedas que iban y a las que volvían,
a los lirios del pus y también a los del cieno,
con todos los crímenes hice sinalefa,
a todos quería perdonaros,

pero ahora que no me ama, ahora
que no me ama,

ni aunque la Gran Seda o la gran Algalia,
ni aunque nietos de ninfas o arcángeles
lo mismo Blanco que Abrazos sin Fronteras,
me da igual el acorde de vuestra música,
de nadie me acuerdo, a ninguno distingo,
a ninguno perdono, a nadie salvo,

os odio a todos.

"A todos". Neorrabioso.



«La gran cuestión en la vida, es el dolor que causamos, y la más ingeniosa metafísica no justifica al hombre que ha desgarrado el corazón que lo amaba.»

[...]


 Pero cuando se ve la angustia que resulta de esos lazos rotos, cuando vemos la sorpresa dolorosa del ser a quien hemos engañado; cuando vemos que su alma, que un momento antes se nos confiaba por entero, se ve forzada, después, a desconfiar de quien ella suponía distinto de todos en el mundo, y acaba teniendo que desconfiar del mundo entero, sin saber a quién dirigir la estimación que ha tenido que volver hacia sí misma, entonces sentimos que hay algo sagrado en el corazón que sufre porque ama, descubrimos que tiene hondas raíces en nosotros el amor que nos figurábamos inspirar sin compartirle, y, si conseguimos sobreponernos a lo que se da en llamar debilidad, lo hacemos destruyendo, destrozando, sacrificando lo que hay en nosotros de generoso, de fiel, de mejor y más noble.


"Adolphe". Benjamin Constantin.


domingo, 8 de junio de 2014

Los mecachistas

¿No han oído ustedes hablar de los mecachistas?
Son esa gente (bastante más numerosos de lo que se podría creer) que van por ahí diciendo constantemente: "Ay, mecachis, mecachis! ¡Cuántos problemas presenta nuestro mundo y su sistema! ¡Pero nada es tan bueno, pese a todo! No lo impugnemos para nada."


J.R.P.




Veo una multitud innumerable de hombres iguales y semejantes, que giran sin cesar sobre sí mismos para procurarse placeres ruines y vulgares con los que llenan su alma.

Retirado cada uno aparte, vive como extraño al destino de todos los demás, y sus hijos y sus amigos particulares forman para él toda la especie humana: se haya al lado de sus conciudadanos, pero no los ve; los toca y no los siente; no existe sino en sí mismo y para él solo, y si bien le queda una familia, puede decirse que no tiene patria.

Sobre éstos se eleva un poder inmenso y tutelar que se encarga sólo de asegurar sus goces y vigilar su suerte. Absoluto, minucioso, regular, advertido y benigno; se asemejaría al poder paterno si, al igual que él, tuviese como objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero, al contrario, no trata sino de fijarlos irrevocablemente en la infancia y quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino en gozar. Trabaja en su felicidad, mas pretende ser el único agente y el único árbitro de ella, provee a su seguridad y a sus necesidades, facilita su placeres, conduce sus principales negocios, dirige su industria, arregla sus sucesiones, divide sus herencias y se lamenta de no poder evitarles el trabajo de pensar y la pena de vivir.



Después de haber tomado, así, entre sus poderosas manos a cada individuo y de haberlo formado a su antojo, el soberano extiende sus brazos sobre la sociedad entera y cubre su superficie de un enjambre de leyes complicadas, minuciosas y uniformes. A través de las cuales los espíritus mas raros y las almas mas vigorosas no pueden abrirse paso y adelantarse a la muchedumbre: no destruye voluntades, pero las ablanda, las somete y dirige; obliga raras veces a obrar, pero se opone incesantemente a que se obre; no destruye pero impide crear;  no tiraniza, pero oprime, mortifica, embrutece, extingue, debilita y reduce en fin a cada nación a un rebaño de animales tímidos e industriosos cuyo pastor es el estado."


"La democracia en América". Alexis de Tocqueville, 1835.