Nunca fue
tan hermosa la mentira
como en tu boca, en medio
de
pequeñas verdades banales
que eran
todo
tu mundo
que yo amaba,
mentira
desprendida
sin
afanes, cayendo
como
lluvia,
sobre la
oscura tierra desolada.
Nunca tan
dulce fue la mentirosa
palabra
enamorada apenas dicha,
ni tan
altos los sueños
ni tan
fiero
el fuego
esplendoroso que sembrara.
Nunca,
tampoco,
tanto
dolor se amotinó de golpe,
ni tan
herida estuvo la esperanza.
Piedad Bonnett