lunes, 30 de noviembre de 2009

ENGAÑO/DES/ENGAÑO

.





En mi molesta opinión, nos engañan. Todo el mundo y en toda situación.

By her own hand.

Nos engañan los políticos, los bancos, la publicidad, los jefes, los subordinados, las azafatas en los aviones haciéndonos creer que por su sonrisa está justificado el abusivo precio que pagamos por una miserable lata de cerveza, nos engaña la pareja y hasta nuestros propios sentidos nos engañan también.

Nos engañan.

Desde que nacemos, nos engañan, haciéndonos creer que la vida va a ser pasarse el día eructando y mamando de la teta, rodeados de gente que no para de hacernos fiestas y cu­camonas.

Nos engañan cuando dicen Qué niño más mono, cuando es un hecho probado que los bebés se parecen todos a Jordi Pujol.

Nos engañan en nuestros primeros pasos cuando te dicen Niño, caca, y es obvio que lo que tú estás cogiendo del suelo no es caca, sino un exquisito chicle usado.

Nos dicen que los niños vienen de París y las mujeres de la costilla de un hombre que era de barro, pero cobró vida. Vamos, como Pinocho si Gepetto fuese alfarero.

Y nos lo tragamos. Por tragarnos, nos tragamos que Dios abrió el mar Rojo para que los judíos pudieran huir de Egipto. ¿Tú sabes lo que es eso ? Y en caso de que fuera cierto, ¿te imaginas el desastre ecológico? ¿Habría hecho Dios un estudio del impacto medioambiental? Imagínate el tsunami que provocaría en Arabia Saudí, en el Yemen o en Eritrea.

Nos engañan en el cole con la Historia que, dependiendo de en qué colegio estudies y en qué comunidad, los españoles somos unos tíos cojonudos que culturizamos y dimos progreso a pobrecitos indios, o somos unos hijos de puta que nos cargamos cualquier vestigio de civilización que no fuese la nuestra, si la nuestra se pudiese tomar por tal.

Nos engañan, haciéndonos creer que la educación que nos están dando sirve para algo.

Nos enseñan que dos y dos son cuatro, lo aprendes a base de dolorosos palmetazos, pescozones y tirones de oreja para que, cuando seas mayor, la vida te enseñe a garrotazos que dos y dos no siempre son cuatro.

Nos engañan al decirnos Sé bueno, en esta vida hay que ser bueno, cuando lo primero que aprendes de la vida es que hay que ser un poco más malo, porque, si no, no sólo no te comerás nada, se te van a comer los demás.

Esos consejos, cuando eres mayor, te los dan los que de pequeño te decían que tenías que ser bueno. A mi padre le he oído decir, con motivo de que unos amigos míos estrellaran el coche que yo les había prestado, Tú, hijo mío, de bueno que eres, eres tonto.

Nos engañan, pues no nos dicen que te vas a meter por el culo todos los títulos y conocimientos que has adquirido mientras soportabas la disciplina familiar, porque en esta so­ciedad, de momento, no hay sitio para ti, ni piso, ni derecho a paro. Así que a seguir viviendo con los viejos.

Nos engañan en nuestro primer curro. Y en el segundo.

Y en los que vengan.

Y así te irán engañando hasta que te retires con una pensión que es una estafa del Estado, que hace sus impresos con papel reciclado. Sí, reciclado de pellejo de contribuyente.


Janus

Nosotros
, por nuestra parte, también engañamos. Constantemente. Desde que nacemos.

Engañamos con llantinas inoportunas y estremecedoras, que encogen el corazón de nuestros progenitores, quienes, solícitos, acuden en nuestro auxilio sumidos en un profundo desasosiego; y todo por nada, porque nos apetecía que nos hicieran caso.

Engañamos siempre, cuando nos preguntaba mamá desde la cocina Qué estás haciendo, y tú respondías Nada, mientras intentabas esconder, en algún lugar impensable, los restos del jarrón chino que había traído la tía Enriqueta de Japón y que ahora yacía a tus pies, hecho añicos, tras un espectacular remate en plancha de Santillana, colocadísimo a la escuadra izquierda del aparador del salón, donde, para desgracia de ambos, del jarrón y tuya, el souvenir chino que venía de Japón tenía abono desde hacía varias temporadas.

Y cuando nos escondíamos a fumar un cigarro, o echábamos la culpa al profe que nos tenía manía para justificar suspensos, mayormente merecidísimos.

De mayores, engañamos a nuestros hijos de forma bastante parecida a como lo hicieron nuestros padres. Engañamos a nuestros jefes, siempre que podemos. Y a la Guardia Civil en la carretera. Y al Estado si tienes un buen asesor fiscal. Que hagan impresos con el pellejo de otro, no te jode.

Todos los juegos, con los que nos distraernos, tienen su base en el engaño. Todos.

Los de cartas: el mus, el truco, el póquer, el tute, las siete y media... hasta en la escoba has de engañar al contrario. Los deportes de competición son todos de engañar: el fútbol, con sus regates, sus desmarques y sus piscinazos en el área. El baloncesto, con sus fintas, sus aclarados y sus asistencias mirando para otro lado. El balonmano, el voley el tenis, el ajedrez. Incluso el ciclismo y el atletismo, ¿o no se trata en estos deportes de engañar al control antidoping?

Todas nuestras vías de esparcimiento giran en torno al engaño.

El cine: entras en una sala a que te cuenten películas. Que si te las contase alguien fuera de la sala, le dirías No me vengas con películas. Con el teatro sucede lo mismo. Y con los conciertos.

Todo el que sube a un escenario va a contarte una historia que no es cierta, que puede tener alguna conexión con la realidad, pero que es mentira. Romeo y Julieta, todos los días, después de muertos, se levantan, se van a cenar y tomar unas copas, probablemente cada uno por su lado, pues no sería extraño que, fuera del escenario, apenas se soportasen.

El que sale a cantar que La única mujer que he amado eres tú, por poner un ejemplo, que ha enamorado a cincuenta mil parejas con su canción y ha vendido cien mil copias de su pública proclamación de amor, está separado treinta veces y no sería de extrañar que cualquier día de estos, además de salir a cantar, saliera del armario.

Pero el peor de los engaños es el que sufrimos y el que infligimos a la vez. El engaño a nosotros mismos. Que también lo hacemos desde pequeños, cuando creemos que llorando mucho te vas a librar de una paliza.

Cuando creemos que, debajo del sofá, los restos del misterioso jarrón chino japonés se transmutarán a la cuarta dimensión para no ser nunca encontrados y una nube de gas desmemorizante inundará la casa para que nadie repare en que algo falta en la escuadra izquierda del aparador. Estamos tan hechos al engaño, forma parte tanto de nuestra misma esencia, que hacemos trampas hasta cuando jugamos solos. Tiras el papel al cubo y dices Si acierto, apruebo el examen, o me sale tal curro, o ella me quiere... Si fallas, te dices, Bueno, ésta no valía.


Anima/animus.

Y de repente, un día, conoces a alguien que te gusta, que te acepta de entrada como eres, alguien con quien tienes cua­tro risas y cinco orgasmos. Alguien que, hasta entonces, no conocías de nada, de cuya existencia nunca habías tenido no­ticia y de la que ignorabas absolutamente que tuviese tu vida en sus manos. Hasta que la conociste no sabías que no podías vivir sin ella. No sabías que las películas que has visto te ha­brían gustado más si las hubieses visto con ella, y que, ade­más, hubieses visto en versión original. Cuántas puestas de sol que has dejado pasar de largo sólo porque no estaba ella a tu lado para retocártelas con el fotoshop de su compañía. Como pudiste estar en París y en Estambul sin ella, qué feas y vul­gares te parecieron.

Te preguntas cómo has podido llegar hasta hoy sin su mano en la tuya, sin sus besos y sus miradas y sus caricias y sus silencios y sus sonrisas y sus ronquiditos y sus pequeños enfaditos que te pones preciosa cuando te enfurruñas de esa manera y sus adorables manías que me la como cada vez que me coloca el pelo cuando salimos a la calle.

Entonces te dices La quiero, una frase que no significa nada, pero que desencadena un alud de transformaciones en tus hábitos y emociones que harán que dejes de ser, inevita­blemente, el que eras hasta ese momento para ser otro. Ni mejor, ni peor. Simplemente, pasarás de pensar en tus cosas para pensar sólo en ella.

Y, durante un tiempo, pondrás todo tu empeño, tu tiem­po y tu anhelo en proteger, cultivar ese tesoro tan buscado, tan preciado y tan escaso al que llamamos Amor de Verdad.

Pero la verdad no suele ser más que una mentira que aún no ha sido descubierta, decían en una película de Peckinpah. Por eso, al fracaso del amor le llamamos desengaño.

Pero no me hagáis mucho caso.

Esta no es más que mi molesta opinión.


("Etílogo" de El solateras). Nancho Novo







Instance

* Óleos de Jane Mary Ansell





Nada sabemos

Nunca sabremos si los engañados
son los sentidos o los sentimientos,
si viaja el tren o viajan nuestras ganas,
si las ciudades cambian de lugar
o si todas las casas son la misma.
Nunca sabremos si quién nos espera
es quién debe esperarnos, ni tampoco
a quién tenemos que aguardar en medio
de un frío andén. Nada sabemos.

Avanzamos a tientas y dudamos
si esto que se parece a la alegría
es la señal definitiva
de que hemos vuelto a equivocarnos.

Amalia Bautista.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Sí...pero NO

.




No

Si dijese que sí,
que todo está muy bien,
que el mundo está muy bien,
que cada quién es cada quién...
Conformidad.
Admiración.
Callar, callar, callar,
y mucha precaución.

Si dijese que acaso
las cosas son así
porque sí,
helas ahí,
y no le demos vueltas.
(Si aquel está arriba
y aquel otro debajo
es por culpa de la vida.
Si algunos van de puerta en puerta
con un saco de ceniza a la espalda
es porque son unos vagos).

Si dijera que sí...
entonces sería el momento
de hablar seriamente
de la batalla de flores
en las fiestas del patrón.

Pero no.





Celso Emilio Ferreiro.
Longa noite de pedra (1962)



NON.

Si dixese que sí,
que todo está moi ben,
que o mundo está moi bon,
que cada quén é cada quén...
Conformidá.
Ademiración.
Calar, calar, calar,
e moita precaución.
Si dixese que acaso
as cousas son esí,
porque sí,
veleí,
e non lle demos voltas.
(Si aquil está enriba
i aquil outro debaixo
é por culpa da vida.
Si algunhos van de porta en porta
cun saco de cinza ás costas
é porque son unhos docas).

Si dixera que sí...
Entón sería o intre
de falar seriamente
da batalla de froles
nas festas do patrón.

Pero non.










miércoles, 18 de noviembre de 2009

HÉROES


POEMA AL HIJO

Creciste tanto que dejaste mis brazos rendidos. Antes, llamabas y yo iba a levantarte de la cuna, preocupado por tu llanto. Te dejaba durmiendo y me entregaba todo a tí. Tu, en mis brazos, acostado y tan pequeño, te abrazabas mucho a mi preocupación. Decías bajito: vamos a oír música, quiero bailar contigo hasta que los demonios de la noche estén lejos.Y yo iba. Iba tanto como nunca, yo que nunca bailé para nadie. Ponía la música, bajito, tan bajito que solo nosotros oíamos su sonido: A rare and blistering sun shines down on Grace Cathedral Park, bailábamos. Al son de la música yo era tu Padre, al son de la música tu eras mi Hijo. Bailábamos como dos ángeles, ¿sabes?, pero eso no te lo digo porque es muy expresivo y queda mal en el Poema. Bailábamos héroes, es más bonito. Yo era tu héroe, aquel que te abrazaba el cuerpo pequeño, muy desnudo y arrimado a mí.
Tu eras mi héroe, las manos jóvenes aún te aseguraban con toda la fuerza del mundo. Pueden decir que bailarías con cualquiera que te levantase de la cuna y te sosegase el sueño. Pero no. Quien dice eso nunca fue tu padre y nunca te sintió como su hijo. Nosotros éramos un solo lugar, un lugar común, lo sé, pero éramos. Yo apenas contigo en los brazos, mi única ropa, mi único confort, mi única protección. Tu enredado en mí por tu pequeña piel, inseguro y tímido. Y la noche, la larguísima noche, eterna noche que yo deseaba que nunca terminara. El cielo en su debido lugar, la tierra en su debido lugar, y nosotros, nosotros los dos en el lugar que debemos para siempre el uno al otro: uno en el otro, uno para el otro como dos piezas de un juego universal.
Ahora, hijo, ahora creciste y saliste de mis brazos. Tendrás algún día alguien que te envuelva el sueño como yo te lo envolví, pero nunca ese amor que nació conmigo y creció contigo, nunca ese amor que solo yo, tu padre, puedo ofrecer a lo largo de la noche.












viernes, 13 de noviembre de 2009

ABRA los ojos...y relájese.

.







"...Ya bajo el agua, todo cambia. Atrás quedan las preocupaciones y la tensión. Sólo hay el silencio azul…"

Un buceador










.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El beso.

.



El beso
es

[...]





[...]

un bien que dura porque se conserva durante tiempo en la memoria, formando así esa zona cerebral llamada besoteca que es metáfora del conocimiento sobre otros, sobre sus labios, y es parte constitutiva de la magia que algunas cosas absurdas pueden tener.



Lola Garrido







.

domingo, 8 de noviembre de 2009

TRES vídeos...


...que SACUDEN...

White Denim. Shake Shake Shake







...los SUEÑOS...

Anna Ternheim (con Fyfe Dangerfield ). Lovers Dream.









...de CRISTAL.
The XX. Crystalised.















lunes, 2 de noviembre de 2009

CAFÉ NEGRO



"Una buena taza de su negro licor, bien preparado, contiene tantos problemas y tantos poemas como una botella de tinta.. "

Rubén Darío


Stephen D. Colhoun
Peggy Lee,1953


BLACK COFFEE

I'm feeling mighty lonesome
Haven't slept a wink
I walk the floor and watch the door
And in between I drink
Black coffee
Love's a hand me down brew
I'll never know a Sunday
In this weekday room

I'm talking to the shadows
from 1 o'clock til 4
And lord, how slow the moments go
When all I do is pour
Black coffee
Since the blues caught my eye
I'm hanging out on Monday
My Sunday dreams to dry

Now a man is born to go a lovin'
A woman's born to weep and fret
To stay at home and tend her oven
And drown her past regrets
In coffee and cigarettes

I'm moaning all the morning
and mourning all the night
And in between it's nicotine
And not much heart to fight
Black coffee
Feelin' low as the ground
It's driving me crazy just waiting for my baby
To maybe come around... around
I'm waiting for my baby
To maybe come around

My nerves have gone to pieces
My hair is turning gray
All I do is drink black coffee
Since my man's gone away






Julie London, 1960

Sinéad O´Connor, 1992

kd lang, 1988

Cesaria Evora (?)







.