Nunca hubo dios, ni vírgenes, ni santos,
ni icono que proteja, ni oración que consuele;
nunca ha habido milagros o prodigios,
ni salvación del alma o vida eterna;
ni mágicas palabras, ni bálsamo efectivo
contra el dolor que no remite nunca;
ni luz al otro lado de las sombras,
ni salida del túnel, ni esperanza.
Sólo nos acompaña en esta travesía
un ángel de la guarda perplejo que soporta
la misma vida perra que nosotros.
"El ángel perplejo". Amalia Bautista.