domingo, 23 de febrero de 2014

A veces lo peor


A veces lo peor no son las cosas,
sino lo que estas duran.

Lo peor de las cosas nos ocurre
cuando se nos instalan muy adentro
la ansiedad, la aspereza y el olor a podrido.

Lo peor nos sucede 
cuando la oscuridad se hace completa.


"Rencor" (fragmento). Amalia Bautista.


domingo, 16 de febrero de 2014

La gente se acostumbra




Sé que la gente se acostumbra. Pero no debería.
La gente se acostumbra a vivir en un apartamento  interior
y a no tener otra vista que no sea las ventanas de alrededor.

Y como no tiene vistas, luego se acostumbra a no mirar hacia  afuera.
Y como no mira hacia afuera luego se acostumbra a no abrir de todo las cortinas.
Y como no abre las cortinas luego se acostumbra a encender más pronto la luz.
Y a medida que se acostumbra, olvida el sol, olvida el aire, olvida la amplitud.

La gente se acostumbra a levantarse por la mañana sobresaltado porque es la hora.
A tomar el café corriendo porque va atrasado.
A leer la prensa en el autobús porque no puede perder el tiempo del viaje.
A comer un sandwich porque no hay tiempo para almorzar.
A salir del trabajo porque ya es de noche.
A dormitar en el autobús porque está cansado.
A acostarse temprano y dormir profundo sin haber disfrutado el día.

La gente se acostumbra a abrir el periódico y a leer sobre la guerra.
Y aceptando la guerra, acepta los muertos y que haya una cifra de muertos.
Y aceptando la cifra acepta no creer en las negociaciones de paz,
acepta leer todo el día sobre guerra, sobre cifras, sobre su larga duración.

La gente se acostumbra a esperar el día entero y escuchar al teléfono: hoy no puedo ir.
A sonreír a la gente sin recibir una sonrisa de vuelta.
A ser ignorado cuando necesitaba tanto ser visto.
La gente se acostumbra a pagar por todo lo que desea y necesita.
A luchar para ganar el dinero con qué pagar.

Y a ganar menos de lo que necesita.
Y a hacer colas para pagar.
Y a pagar más de lo que las cosas valen.
Y a saber que cada vez pagará más.
Y a buscar más trabajo, para ganar más dinero, para tener con qué pagar en las colas en las que se cobra.

La gente se acostumbra a andar por la calle y ver carteles
A abrir las revistas y ver anuncios.
A encender al television y ver publicidad.
A ir al cine y engullir anuncios.
A ser instigado, conducido, desnortado, lanzado a la infinita catarata de productos.
La gente se acostumbra a la polución.


A las salas cerradas con aire acondicionado y olor a cigarro.
A la luz artificial con su ligero temblor.
Al choque de los ojos con la luz natural.
 A las bacterias del agua potable.
A la contaminación del agua del mar,
A la lenta muerte de los ríos.


Se acostumbra a no oír los pájaros, ni el gallo de madrugada, a temer la hidrofobia de los perros,
a no coger la fruta a pie del árbol, a no tener ni siquiera una planta.
La gente se acostumbra a demasiadas cosas para no sufrir.

En dosis pequeñas, intentando no percibir, se va apartando un dolor de aquí,
un resentimiento de allí, una revuelta allá.
Si el cine está lleno la gente se sienta en primera fila y tuerce un poco el cuello.
Si la playa está contaminada la gente solo moja los pies y suda en el resto del cuerpo.

Si el trabajo es duro la gente se consuela pensando en el fin de semana.
Y si el fin de semana no hay mucho que hacer la gente se acuesta temprano
y aún queda satisfecho porque siempre tiene sueño atrasado.

La gente se acostumbra para no rallarse en la aspereza, para preservar la piel,
Se acostumbra para evitar heridas, sangrados, para esquivarse
de la faca, de la bayoneta, para proteger el pecho.
La gente se acostumbra para proteger la vida que poco a poco se gasta y, que
de tanto acostumbrarse, se pierde de sí misma.

"Eu sei, mas não devia". Marina Colasanti.




COISAS QUE EU SEI. Luana Mallet.


Eu quero ficar perto
De tudo que acho certo
Até o dia em que eu
Mudar de opinião
A minha experiência
Meu pacto com a ciência
Meu conhecimento
É minha distração
Coisas que eu sei
Eu adivinho
Sem ninguém ter me contado
Coisas que eu sei
O meu rádio relógio
Mostra o tempo errado
Aperte o play
Eu gosto do meu quarto
Do meu desarrumado
Ninguém sabe mexer
Na minha confusão
É o meu ponto de vista
Não aceito turistas
Meu mundo tá fechado
Pra visitação
Coisas que eu sei
O medo mora perto
Das ideias loucas
Coisas que eu sei
Se eu for eu vou assim
Não vou trocar de roupa
É minha lei
Eu corto os meus dobrados
Acerto os meus pecados
Ninguém pergunta mais
Depois que eu já paguei
Eu vejo o filme em pausas
Eu imagino casas
Depois eu já nem lembro
Do que eu desenhei
Coisas que eu sei
Não guardo mais agendas
No meu celular
Coisas que eu sei
Eu compro aparelhos
Que eu não sei usar
Eu já comprei
As vezes dá preguiça
Na areia movediça
Quanto mais eu mexo
Mais afundo em mim
Eu moro num cenário
Do lado imaginário
Eu entro e saio sempre
Quando tô afim
Coisas que eu sei
As noites ficam claras
No raiar do dia
Coisas que eu sei
São coisas que antes
Eu somente não sabia
Coisas que eu sei
As noites ficam claras
No raiar do dia
Coisas que eu sei
São coisas que antes
Eu somente não sabia
Agora eu sei
Agora eu sei
Agora eu sei
Ah! Ah! Agora eu sei
Ah! Ah! Agora eu sei
Ah! Ah! Agora eu sei
Ah! Ah! Eu sei!
.
.
.

jueves, 6 de febrero de 2014

En paz.


"Bájame la lámpara un poco más
déjame que duerma, nodriza, en paz".

Félix Luna.






Considerado "el suicidio más bello" jamás fotografiado.

Fue publicado a toda página en la revista LIFE, con este pie de foto:


"Al pie del edificio Empire State el cuerpo de Evelyn McHale reposa sereno sobre un féretro grotesco, tras aplastar con su caída el techo de un coche".


El día anterior había ido a pasar el día con su prometido, Barry Rhodes,  que celebraba su 24 cumpleaños. "Cuando nos despedimos con un beso ella estaba tan feliz como siempre, como lo estaría cualquier chica a punto de casarse", dijo Barry.

De vuelta en Nueva York, se dirigió al hotel Governor Clinton, donde redactó una nota de suicidio. Poco después, a las 10.30 de la mañana, compró una entrada para el mirador del Empire State, situado en la plata 86, y desde allí a 320 metros del suelo, se lanzó al vacío.


Alrededor de las 10.40 un guardia que dirigía el tráfico en el cruce entre la calle 34 y la 5ª avenida se percató de que caía una fular blanco desde una planta alta del rascacielos. Poco después oyó un golpe y vio como se formaba una multitud: Evelyn había caído sobre una limusina, propiedad de la ONU, estacionada en la calle 33. Con la mano izquierda seguía sujetando, ya muerta, el collar de perlas que llevaba al cuello.

En la acera de enfrente, Robert C. Wiles, estudiante de imagen, también se percató del revuelo y corrió hacia el tumulto, donde tomó varias fotografías. La policía halló más tarde el abrigo de Evelyn doblado pulcramente en el mirador de la planta 86 junto con un estuche de maquillaje que contenía fotos de su familia y una libretita negra con una nota que decía:

“I don’t want anyone in or out of my family to see any part of me. Could you destroy my body by cremation? I beg of you and my family – don’t have any service for me or remembrance for me.
My fiance asked me to marry him in June.
I don’t think I would make a good wife for anybody.
He is much better off without me.
Tell my father, I have too many of my mother’s tendencies.”

“No quiero que nadie, familiar o no, vea ninguna parte de mí. ¿Se podría destruir mi cuerpo por incineración? Se lo ruego a mi familia y a todo el mundo. Y que no se celebre ningún acto ni ceremonia en mi memoria.
Mi novio me pidió que nos casáramos en junio.
No creo que pueda ser una buena esposa para nadie.
Estará mucho mejor sin mí.
Decidle a mi padre que tengo demasiadas inclinaciones de las de mi madre.”


El cuerpo fue identificado por su hermana Helen y, de acuerdo con su última voluntad, fue incinerada. No hay tumba.