jueves, 30 de septiembre de 2010

No me haces falta

Tom Hunter

Es más que cierto: no siento tu falta
Quedé toda la tarde ordenando tus papeles,
releyendo las cinco cartas que me fuiste enviando
la semana que nos separamos: tú en el Alentejo,
yo debajo del agua. Fui después a regar las rosas
que dejaste en el jardín. Siempre solo
y sin preocuparme de mi estado (porque no me haces falta),
puse el disco de Chavela que me diste en Navidad
y comencé a preparar tu plato preferido.

Cocinar me hace perder el apetito; por eso
abrí una botella de reserva y no me cuesta
confesarte que no siento tu falta.

Después de diez horas, me vi obligado a rechazar
dos invitaciones para salir (alegué androfobia)
y estoy en este momento recortando tu imagen
(no me haces falta) en las fotos que tengo de nosotros dos,
para castigar al cesto de los papeles
al inhábil idiota que dejó que tú te fueses.



Penélope escreve (en portugués). José Miguel Silva






Procedía poner una canción de Chavela, pero el cuerpo, que siempre sabe lo que quiere, me pidió esta:




AUNQUE NO SEA CONMIGO.  Bunbury






viernes, 24 de septiembre de 2010

Averiada

Katarzyna Dembrowska
[...]
Nunca supe amar en la medida justa. De cuerpo presente. Desde muy pronto todo me pareció tan imposible que me deje caer en la ilusión de una vida descreída. Pero ni siquiera eso es verdad. Creo en tantas cosas y con tanta fuerza que en seguida me veo luchando contra todos para esconder emociones. Es así: sé camuflar tristezas, alegrías también. No vivo a descubierto. Y cuando me descubren, ahí es cuando en seguida cambio de piel, vuelvo a nacer. Diferente y siempre envuelta en contradicciones. Frágil a los ojos de otros. Hoy reí y lloré: fui un milagro bendito. Cedí nuevamente a la niña que no me abandona.












HEARTBEATS. José González







miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cara de muñeca



No puedo acercarme al movimiento feminista sin tener la sensación de que en no pocos casos la redención de las mujeres se hace a expensas de proporcionarle apoyos que en sí mismos son sin duda discriminatorios, como ocurre en el caso de las cuotas, pensadas como una ayuda en la que la condición femenina se considera más estimable que la valía profesional.
Lo razonable es pensar que la condición femenina no sea un obstáculo para la promoción de la mujer, pero convendría que no fuese tampoco una ventaja. La obsesión por lo paritario constituye a menudo un obvio ejercicio discriminatorio puesto que induce a una perversa confusión entre el mérito y el sexo, dando preferencia a este sobre aquel.
La feminidad es una simple circunstancia, como lo es la masculinidad, y si nadie niega la injusticia de considerarla un obstáculo, del mismo modo no parece razonable que alguien la alegue como un mérito. Pero no es esto lo más chocante, ni lo peor. No conformes con proponer la discriminación positiva de la mujer, los dichosos reductos del nazifeminismo insatisfecho e irascible van más allá al quejarse de cierta visión de la mujer como ser erótico al servicio de la lujuria masculina.
Yo he recelado siempre de las mujeres que se proponen redimir a sus congéneres a partir de reprocharles el uso que puedan hacer de su belleza. Siempre me ha perecido que en el fondo lo que pretenden es una defensa de la mujer a partir de su desfeminización. Ya que no pueden reprimir las percepciones eróticas del hombre, actúan sobre la mujer desactivándola como ser estimulante. Sueñan con el que el placer sea para los hombres un insoportable y merecido castigo. Por sorprendente que parezca, es evidente que las nazifeministas lo que pretenden es que los hombres se sientan atraídos por mujeres a las que no desean, hasta consagrar como legítima la idea de un orgasmo sin placer, lo que en la tintorería de la esquina podría considerarse un polvo seco.
Coinciden en esa visión tanto con el nacional catolicismo intransigente con las tentaciones, como con los criterios soviéticos de la belleza considerada como una perversión capitalista de la eficacia.
Según esa imagen de la mujer como ser sindical y asexuado, su emparejamiento con el hombre habría de regirse por sentimientos reglamentarios cuya temperatura emocional no excediese de la que desprende la escrituración notarial de cualquier sociedad industrial.

[...]

Mujeres afeminadas. José L. Alvite






Doll Face. Andy Huang

jueves, 16 de septiembre de 2010

Poema pospoético



Agustín Fernández Mallo (blog)



"La mayor parte de las ideas fundamentales de la Ciencia son esencialmente sencillas, y por regla general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos"

Albert Einstein







.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Tarifa plana


Dust. Olivier Valsecchi

Corren tiempos chungos, bobos, sosos, aburridos, burocráticos, de gris funcionarial y uniforme. En otro país, en otra década, con cuatro millones y pico (mucho pico) de parados en la cola del Inem, el humo de las barricadas lo iban a cheirar hasta en la estación espacial esa que anda rulando por la galaxia, sobrevolando nuestros cabezones, cada vez más mondos y lirondos. Pero en este pedazo de planeta, Occidente, Europa, España, península Ibérica, como se diga, lo que se estila, verano ya del 2010, es la tarifa plana universal, que no es lo mismo que el encefalograma plano, pero casi.

Está plano el periodismo (siempre la autocrítica por delante). Está plana la literatura. Está plana la política, ocupada por los hombres grises, como en aquella novela de Michael Ende (Momo, creo que se titulaba). Y eso que llamar gris a ZP y a Rajoy, vaya dúo, ya me parece una sobrada, un exceso, un barroquismo desmedido e hiperbólico como las sagradas torres del Obradoiro.

Estamos, pues, aplanados, como esas teles de plasma que nos hacen añorar los aparatos de tubo sobre los que se colgaban tapetes de ganchillo y toros de tamaño (casi) natural. A ver si de tanto recortarnos y apretarnos el gaznate, resucitamos, no sé, abrimos un libro, algo de e. e. cummings, por una página cualquiera y descubrimos, como una fulguración, palabras como estas:

«me levantaré mil años después besando flores e hincaré mis dientes en la plata de la luna»

o

«nadie, ni siquiera la lluvia, tiene unas manos tan pequeñas».

A ver si, aunque sólo sea sobre el papel, nos rebelamos contra tanta planicie.



Luis Pousa (blog: Farrapos de gaita)








WHEN HUMANS RULED THE EARTH. Stephen Ong





(De blog en blog y tiro porque me toca.)





jueves, 9 de septiembre de 2010

CITAS



Te hablaba de Pavese. Del suicidio al engaño
y otra vez en tus ojos. Recordé aquella cita:
Las únicas mujeres con las que vale la pena casarse
son aquellas con las que no podemos
atrevernos a casarnos.
Pediste otro Bombay, abrazaste mi entrega,
y en un arranque burdo de entusiasmo
decidiste nombrarme tu amigo más querido.
Ahora me hace gracia, pero en aquel momento
te hubiese estrangulado.
Brindamos por la Creedence y Sinatra,
así de absurda era la noche. Hoy,
tanto tiempo después de nuestra cita,
revivo con nostalgia tu desprecio,
el mito trasnochado color sepia.
Los libros, la distancia, tantos puentes.
Vivir es hacinar lo que no fuimos,
la citas que una vez nos explicaron.



" El peso de los puentes". Javier Cánaves (blog)




Isabel Muñoz
SOMETHING STUPID. Frank Sinatra

I know I stand in line until you think you have the time to spend an evening with me
And if we go someplace to dance I know that there's a chance you won't be leaving with me
And afterwards we drop into a quiet little place and have a drink or two......
And then I go and spoil it all
by saying
Something stupid like I love you

I can see it in your eyes that you despise the same old lines you heard the night before......
And though it's just a line to you for me it's true......and never seemed so right before
I practice everyday to find some clever lines to say to make the meaning come true......
But then I think I'll wait until the evening gets late and I'm alone with you
The time is right your perfume fills my head......The stars get red and on the nights so blue......
And then I go and spoil it all
by saying
Something stupid like I love you





miércoles, 8 de septiembre de 2010

Dulce anestesia







The Czars. DRUG


Mis contemporáneos hablan mucho y dicen: ”Entonces es así”, con ese aire desenvuelto de quien se alimenta del sonido de su propia voz, cuando empiezan a explicar largamente las actuales tendencias del arte o las letras o de las sociedades poco a poco iguales unas a las otras en este primer mundo en el que nacimos, ahora que el segundo dejó de existir y que el tercero, más guerra, menos hambre, continúa abstracto, en folclore distante.
Parece que está muerta la metafísica y la verdad adormeció, sonámbula, en los pasillos vacíos donde, a oscuras, se van cruzando millones de frases de mis contemporáneos.
Todavía,
hablan de todo con el entusiasmo de quien lanza “propuestas” decisivas y recorre las “vertientes” de nuevos caminos para la humanidad, mientras saborean la cerveza sin alcohol, el café sin cafeína y sobre todo el amor sin amor, para conservar el equilibrio físico y mental. Mis contemporáneos dicen casi siempre que no son moralistas, y por eso obligan a toda la gente, incluso a quién no quiere, a ser libre, saludable y feliz: prohíben el tabaco y el azúcar y si a veces sufren, toman comprimidos porque la alegría es una cuestión química y conviene tenerla a ciertas horas, como el placer vigilado por preservativos y otros siempre obligatorios cinturones de seguridad, para que un día puedan sentir que mueren llenos de salud. Cuando contemplo a mis contemporáneos entre las conversaciones trendy y los lugares de moda, “tropiezo de ternura”, querría ser por lo menos tan ingenuo como ellos, compartir cada movimiento de los labios, la llamarada de las carcajadas después de la madrugada. Mientras tanto, me atenaza la aceptación de quedar así, más perezoso que un Oblomov a escala portuguesa, con dulce anestesia invadiendome el cuerpo, liberándome de ese hechizo que se llama el “espíritu del tiempo” en que vivimos, sobre escombros de un cielo desmoronado en mil pequeños trozos aún luminosos, estrellas virtuales que se apagan y encienden en la superficie de todas las pantallas que mis contemporaneos conectan y desconectan cada día que pasa, sin olvidarse nunca de pulsar en las teclas necesarias para la operación save y así alcanzar la eternidad.

"First breathe after coma". Fernando Pinto de Amaral.

(Copiado de aquí)





Presente de indicativo del verbo gobernar

Yo observo
Tu hablas
El calla
Nosotros toleramos
Vosotros discutís
Ellos gobiernan



"Verbos irregulares". Vera Müller





domingo, 5 de septiembre de 2010

Detrás

HIDE AND SEEK.Imogen Heap


Mi madre trabaja en una fábrica de conservas.
Un día mi madre me dijo:
el amor es una sardina en lata. ¿Tú sabes
cómo se preparan las conservas
en lata?

Un día mi madre me dijo:
el amor es una obra de arte
en lata.

Hija,
¿sabes de dónde vienes? Vienes
de un vivero de mejillones
en lata. Detrás de la fábrica, donde se pudren
las conchas
y las cajas de pescado. Un hedor imposible, un azul
que no vale. De allí vienes.

¡Ah!, dije yo, entonces soy la hija del mar.

No.
Eres la hija de un día de descanso.

¡Ah!, dije yo,
soy la hija de la hora del bocadillo.

Sí, detrás, entre las cosas que no valen.


Poema II de “Sete poemas sobre leons” (Baleas e baleas)


Miña nai traballa nunha fábrica de conservas.
Un día miña nai díxome:
o amor e unha sardiña en lata. ¿Ti sabes
cómo se preparan as conservas
en lata?
Un día miña nai díxome: o amor é unha obra de arte
En lata.
Filla,
¿sabes de onde vés? Vés
Dun viveiro de mexillóns
en lata. Detrás da fábrica, onde podrecen
as cunchas
e as caixas de peixe. Un hedor imposible, un azul
que non vale. De alí vés.
Ah! dixen eu, entón son a filla do mar.
Non.
Eres a filla dun día de descanso.
Ah! Dixen eu,
son a filla da hora do bocadillo.
Sí, detráis, entre as cousas que non valen.