lunes, 7 de abril de 2014

Pegamento social



En 1992, el famoso sociólogo John Rawlings, organizó un curioso experimento en dos fases para desentrañar el misterio del génesis de la sociedad moderna basada en las libertades individuales que nosotros, afortunados primermundistas, vivimos y disfrutamos.
La Fase Uno consistía en reclutar voluntarios de todos los sexos, razas, religiones y clases sociales y reunirlos en una sala convenientemente ventilada y confortable. A tales sujetos se les pidió que redactaran, de forma consensuada, una carta magna que garantizara una sociedad justa. Es decir: que todas las opiniones tuvieran cabida y se respetaran la libertad de cada uno de los individuos sin que la libertad del resto fuera mermada.
Durante la primera hora todo fue bien; los sujetos se presentaron y comenzaron a plantear el problema. Durante la segunda hora empezaron a surgir tensiones; el agricultor pedía que la plusvalía de su cosecha se repartiera equitativamente, el especulador señalaba que si quería aumentar sus ingresos debía aprender a invertir, la funcionaria reclamaba mantener sus derechos adquiridos, el maestro que los padres educaran mejor a sus hijos, la ama de casa que se le pagara un salario y una jubilación, el obrero que se redistribuyera la riqueza, la empresaria que se recompensara el riesgo, el católico que se recuperaran los valores tradicionales, el musulmán que se reconociera que hay un único Dios llamado Alá, el budista que se respetara la vida, el soldado que se aceptara la guerra preventiva, la feminista que se tuviera más en cuenta su currículum, el banquero que se pagaran los intereses puntualmente y el enano que se le llamara “persona de dimensiones reducidas”. 
Durante la tercera hora, los ayudantes de Rawlings hubieron de intervenir rápidamente para sofocar la pelea que había estallado en la sala, llevándose varios puñetazos, patadas, arañazos, tirones de pelo y un mordisco en una zona muy sensible ejecutado por la “persona de proporciones reducidas”.
[…]




Casi dos siglos después, y tras el resultado fallido —pero no del todo inesperado— de la Fase Uno de su experimento, John Rawlings se dispuso a ejecutar la Fase Dos.
La Fase Dos consistía en seleccionar otro grupo de voluntarios con el mismo criterio —el grupo debía representar todos los sexos, razas, religiones y clases sociales—,  y encerrarlos en la misma sala, confortable y ventilada. La diferencia con respecto a la fase anterior estribaba en que a los sujetos se les mantenía aislados antes de que pudieran mezclarse con el resto. Se les vendaba los ojos, se les ataban la manos, y entonces y sólo entonces se les conducía a la sala y se les sentaba cuidadosamente en una silla para comunicarles la misión que debían cumplir. Ya sabéis: “establecer una carta magna que garantizara una sociedad justa y bla, bla, bla…”
Sin embargo, antes de dejar la sala, Rawlings avisó a sus conejillos de indias que a uno de ellos se le había retirado previamente la venda de los ojos y se le había liberado las manos para que pudiera redactar el texto final con comodidad, y que, además, se le había dado un garrote para que impusiera el orden si era necesario.
Era mentira, claro, pero los sujetos del estudio de la Fase Dos no podían saberlo. Ante la posibilidad de que un anónimo controlador armado con una porra pudiera tomarse a mal sus palabras, se mostraron mucho más relajados, colaboradores y faltos de prejuicios que los participantes de la Fase Uno.
El resultado fue una grabación de más de diez horas, que transcrita se convirtió en un texto de ciento doce folios, y que cumplía con todos los requisitos pedidos por Rawlings.
Libertad individual y justicia social: una verdadera Constitución.
Si el pegamento que constituye la sociedad es el miedo, el interés, la confianza, la ignorancia o la búsqueda de aquello que llamamos “felicidad”, este humilde narrador no se atreve a opinar en público. Prefiere que lo hagan ustedes.
Lo cierto es que todos estaremos en lo cierto.
Y aún así estaremos equivocados.


"Breve historia del pegamento social" (aquí completo) . Relato de Sergi Álvarez.





31 comentarios:

Sergio DS dijo...

Muy interesante, me ha dejado pensando, para empezar nunca entenderé porqué tiran los chicles al suelo...

En serio, me quedo pensando. Qué maravillosa y compleja es la raza humana.

Yeka dijo...

Parece que la analogía tan gastada de "somos títeres" calza perfecto con nosotros mismos.Sin embargo, aún no me calza la analogía del pegamento en el texto.
Beso!

Genín dijo...

Coño...
¿Hizo el segundo experimento dos siglos después del primero?
Pues si que ha vivido el tío si...
Besos y salud

Blue dijo...

Sergio, yo también quedo pensando, pero no llego a conclusiones claras.
Lo de los chicles es impresionante. Cuando se me da por fijarme no me entra en la cabeza que tanta gente los tire al suelo, jaja.

Besos.

Yeka, pues se utiliza a veces de manera informal cuando se quiere hablar de cohesión...aunque no pegue con el texto, jaja.

Besos.

Genín, es un relato (lo puse al final), jaja, no hubo tal experimento. Aunque a mí me resulta muy creíble.

Besos y salud.

India dijo...

Esta humilde loquesea nosabe,noentiende,nocomprende... jejeje en la búsqueda se pasa el tiempo y en el tiempo es que se existe, parece...
Hay un artículo recopilado en Outside de Duras, con una entrevista a Bataille, en la que analiza conceptos de Nietzsche como el de la "soberanía"... pero soberanía personal... y de cómo es parte de ella, la subordinación... las privaciones más que los privilegios, del individuo hacia o que trasciende de él...
Achuchones!

Daniel F. dijo...

Hay algo que es totalmente cierto, John Rawlings de los Rawlings de toda la vida y yo Temujin somos los unicos que estamos acertados...

Darío dijo...

Para mi que la forma es la solidaridad y la piedad, pero sólo nos alcanzan cuando nos tocan, el bolsillo o el cuore. La libertad del otro nunca nos importa. Creo que estoy negativo hoy...
Un apapacho.

Blue dijo...

India, no encuentro el artículo si no es leyendo el libro entero, pero me quedo mosca con eso de que las privaciones afectan a al soberanía personal. Eso si es que he entendido bien, jaja.

Achuchones!!!

Temujin, si digo Gamonal en alto creo que aparecen unos cuantos más, jaja.

Besos.

Darío, es que la solidaridad cuando se da de verdad es cuando la pobreza está generalizada. Fuera de ahí ya es más dudosa. O eso creo.

Apapuchos...y "positivízate"

Errata y errata dijo...

Hay garrotes y garrotes. El hombre se mueve dentro de una dinámica de castigo-recompensa (monetaria, afectiva, sicológica). La cuestión es intentar alcanzar el mayor equilibrio posible entre el caos y el despotismo; controlar el límite superior e inferior de la banda de castigo y recompensa, como se controlan los niveles de ciertas enfermedades. En tanto una sociedad rebasa estos niveles humanamente aceptables de castigo o recompensa, podría declararse enferma. ¿El remedio? Ah, eso ya que le pregunten a otro.
Besos.

David dijo...

Vale, el texto no está mal... Y a veces (pero procuro que no) hasta podría compartir su filosofía.
Pero como de crío ya leí "El forastero misterioso" de Twain tengo una idea mucho más cruda de lo que somos como especie humana sin necesidad de redactar constitución verdadera alguna.
A mí los chicles en la calle tampoco me gustan, como comenta alguien por ahí.
Eh! El vídeo tiene gracia (debe ser que como he currado como barrendero estoy más "concienciado" con eso de la limpieza de la vía pública (bueno, en realidad ya lo estaba incluso antes de trabajar de ello).

Un saludito.

Doctor Krapp dijo...

El gran fracaso del ser humano individualmente y en colectividad es negar la autenticidad del conflicto y creer en un mundo utópico donde el conflicto ya no sea posible. Grave error, la humanidad ha crecido gracias al conflicto y la supuesta paz soñada solo se encuentre en los cementerios.
Saúde.

Blue dijo...

Maia, me ha gustado mucho esa explicación tan gráfica. Solo una cosa ¿y los castigos "divinos"? Lo entrecomillo para no darle el significado literal.
Besos.

David, quizás la constitución no sea tan necesaria, pues hay países que no la tienen, pero todos tienen un código penal, ahí sí que no hay escapatoria, jaja.
El vídeo pertenece a una serie muy graciosos, todos a ras de suelo. En otro hay una colilla en un charco, emerge un submarinito, dispara y la hunde.

Un abrazo.

Dr. Krapp, ayer mismo vi una ilustración que reflejaba eso que dices. Se veía una pareja en una playa idílica, y por debajo de ellos, bajo tierra, una carnicería de soldados. Así es, o conflicto o amenaza.

Bicos.

David dijo...

Pero si yo he visto el del submarino que dispara

Blue dijo...

Ah, vale, jajaja. No se te escapa nada.
;-)

Carmela dijo...

Un ensayo que si me dices que ocurrió, me lo creo.
El miedo es algo que realmente marca muchas actuaciones del hombre y cuando está libre de él, a veces, somos inhumanos.

Besos

fiorella dijo...

El videíto, me encantó. Los chicles son un problema en todo el mundo, los que lo inventaron se rompen la cabeza (EEUU) cada día para ver como sacarlos en los aeropuertos,etc..Empezaron fabricando neumáticos y la plebe haciendo globos con gusto, enfin...
No me siento títere, si presa a veces de mis congéneres y sus tonterías e inmadurez "civil". El miedo puede funcionar un tiempo, pero llega un punto que nada hay que perder y no hay miedo que valga. Lo triste, quizás, es que hoy por hoy seamos títeres del consumo y pobreza se entienda por no tener tecnología. Un beso.

Errata y errata dijo...

Para los castigos "divinos" están los "santos" remedios.

Blue dijo...

Jajajaja, tienes razón.

Blue dijo...

Carmela, yo me lo creí todo, pero me hizo sospechar el dato de los "dos siglos después" como a Genín. Si no llega a ser por eso, me lo creo sin dudar.
Besos.

Fiorella, donde vivo tienen una máquina que los despega, pero en su sitio queda una marca de color blanco que aún destaca más que el chicle. Yo lo que no entiendo es que tanta gente los tire al suelo.

Hay muchas cosas tristes hoy, y lo más triste es que pasan por buenas y por lo tanto no es fácil deshacerse de ellas. El consumo nos consumirá, jaja.

Besos.

Il Gatopando dijo...

Por un lado me gustaría creer en la anarquía -como sociedad evolucionada que no necesita un gobierno- pero, por otro, soy consciente de que somos el microproducto de una explosión de intensidad y violencia inimaginable.

Hay, las contradicciones otra vez. Malditas y benditas.

El vídeo me parece muy bueno, aun sin otorgarle un significado. Yo lo he interpretado como que, por mucho que nos empeñemos, no podemos con todo.

Saludos.

Blue dijo...

Edito la entrada de nuevo porque el vídeo que puse no era el que pretendía.

..............................

Gatopando, violencia ejercida en todas las direcciones y, a veces, sin magulladuras, que es la más peligrosa.

Saludos.

Frankie dijo...

Tú no te anuncies en FB cuando sacas una entrada como hace todo quisqui, no (puedes seleccionar el personal a quien lo anuncias, ya sabes, tonti). Por culpa de ello casi se me pasa la entrada.

Me creo la tesis del texto, obviamente. Pienso en buena parte como pensaba Hobbes, aquello de que el hombre era un lobo para el hombre y todo ello por desgracia, claro. Ya en lo particular, a mí me gustaría pegarme como uno de esos inefables chicles a un plantel de macizonas, pero seguro que alguien me despegaba por las bravas.

Y felicidades, princesa. Mantienes un nivel de respuesta a los comentarios muy elogiable (alaa)

Blue dijo...

Bueno, Frankie, poner las entradas sería una manera de rellenar el murito, jaja. Me lo pensaré.
Sí, el hombre es un lobo para el hombre, pero la mujer es una loba para el hombre y a él en cambio no le importa pegarse. Hala, trabaja tú sobre esta tesis, jaja.

Me he estirado todo lo que he podido para estar a la altura de tu comentario. Espero que se note, prince.

;-)

Besos.

Aniquiladora dijo...

Por un momento me ha parecido que esos chicles querían comerme.
Parecen el argumento de una peli de terror ;)

Besos

Anónimo dijo...

Hola Blue,

Hoy me levanté preguntándome ¿Por qué hay gente que se amolda sin problemas? Y encontré tu blog.

Me gustó mucho la poesía 'la gente se acostumbra'

Lucía A

Blue dijo...

Aniquiladora, pues sí, el grande es un poco monstruoso, jaja.

Besos.

Gracias, Lucía, eres bienvenida. A ver si te acostumbras a esta casa que no es.

josef dijo...

Muy inbteresante la experiencia. Nos demuestra claramente que el ser humano está perdido sin remisión. Porque si no es a aprtir de la violencia, de forma civilizada, jamás llegará aun acuerdo universal...


Un abrazo.

Cheli dijo...

Todavia, ya con cierta edad, no puedo aceptar que el miedo y la violencia formen parte de todo esto; a su vez, la utopia de un mundo en paz, fraternidad y todo eso, seduce desde lo imposible que es; y si, acepto que me encantaria un mundo a lo "Mary Poppins"...pero no estamos hechos para eso, nos aburririamos, no?
Si que somos contradictorios!!

Besos.

Blue dijo...

Cheli, será que ni una cosa ni en la otra. Me acordaba ahora de los niños y pensaba qué serían capaces de hacer si no tuvieran "miedo" a los padres. Lo entrecomillo para que se entienda lo que quiero decir.
No sé, será que no aprendemos tan fácilmente.

Besos.

Mariluz GH dijo...

Quiero entender que los dos siglos realmente son dos décadas, pero realmente me es indiferente porque el experimento es magnífico.

Me da grima aceptar que funcionamos "a golpes" :(

Un abrazo retrasao.

Blue dijo...

Mariluz, es un relato, por eso la fecha no es coherente. Sin embargo resulta de lo más creíble. Yo misma, si no fuera por ese gazapo, no me hubiera dado cuenta de que algo no cuadraba, jaja.

Besos.