domingo, 1 de febrero de 2015

Compás lento


Parece que se registra desde hace algún tiempo una corriente de inversión del movimiento demográfico que implica el regreso de mucha gente a los pueblos y a las aldeas de los que un día salieron ellos o sus antepasados para instalarse en la ciudad.




A falta de que con sus consabidos errores y obviedades lo expliquen con detalle los sociólogos, a mí me gusta pensar que ese viaje de retorno a los orígenes representa la necesidad del ser humano de reencontrarse con un ritmo de vida reposado y disfrutar, como lo hicieron hace muchos años los suyos, de un estilo de vida en el que el compás lento de las cosechas importa más que el ritmo trepidante del reloj, la sobremesa del almuerzo acaba a tiempo de servir la cena y la gente solo tiene prisa para cambiar de planes y perder el tiempo.




 Yo no tengo un pueblo al que volver, salvo que lo haga al inigualable Cambados de mis largas vacaciones estivales. En realidad nunca se esfumó de mi cabeza aquel tiempo manual y premioso, un tiempo de mucha luz y pocos coches en el que podías entretenerte en mirar cómo cruzaba la carretera una lenta manada de hierba escarchando como herpes el asfalto. 





A nadie le preocupaba mucho la actualidad, ni había quien se extrañase de que en el coche de línea se esperase para mañana la llegada del periódico de ayer con sus noticias caducadas, redactado con una fertilidad a destiempo, escrito con aquella tipografía abigarrada y algo confusa, con sus textos deformados por las dobleces marinadas por el viaje y los titulares deshiladas en raíces ortográficas, como patatas de siembra.



 Nada grave o importante estaba por ocurrir.


 En casi todas las casas salía con su olor hasta la calle el requesón de la lactancia y por fin todas las guerras ocurrían lejos. No había en el pueblo perros con collar, huérfanos con hambre, ni recuerdo que hubiese puertas cerradas. 


[...]





"Los cachorros de agua" (fragmento). Jose Luis Alvite.




Hago esta entrada en homenaje a José Luis Alvite, fallecido hace unos días. No es la primera en este blog ni será la última. 
D.E.P.

La fotos que ilustran la entrada no pertenecen a su Cambados natal, sino a un lugar que conozco y del que puedo asegurar que hoy, como ayer, ni preocupa la actualidad ni se cierran las puertas de las casas.


20 comentarios:

Daniel F. dijo...

Con dos portales donde vivia de pequeño se iguala la poblacion del pueblo donde vivo, pero no es lo mismo. Vivo en dos mundos pero el refugio lo encuentro en solo uno. Un beso, guapa..

Blue dijo...

No solo no es lo mismo sino que es bastante diferente. Y tanto que son dos mundos.
Algún día llegaremos al equilibrio, y si no al menos lo buscaremos alternando "mundos", jaja.
Besos, Temujin

Carmela dijo...

Mi mayor deseo, retirarme a un pueblecito de la costa de mi tierra, pequeñito, precioso, y sus puertas, como el lugar que mencionas, abiertas, No sé, si será algo a lo que aspira la mayoría, creo que no, pero yo es lo que quiero.
Besos y bicos, Blue.

Cabrónidas dijo...

¡Hola, Blue! Yo aspiro a jubilarme con la menor merma física posible y tan solo deseo salud.

mariajesusparadela dijo...

Ya he llegado. Ya lo sabes.
Precioso texto.
Él ya ha vuelto al origen, descanse en paz.

Genín dijo...

Como mariajesus yo ya lo he hecho desde hace años, no al pueblo asturiano de mis antepasados porque está deshabitado y el clima no es bueno para los mayores, me vine a Andalucía, que ya conocía, y escogí una parcela en el campo, como ya sabes, a 3 km de un pueblo que conocía muy bien, y aquí sigo, después de muchos años encantado de mi decisión, de vez en cuando surgen los nubarrones de que haré si un día no me valgo por mi mismo, y eso jode un montón, aunque mi hija quiere que viva en su pueblo, a mi no me gusta molestar y los viejos, molestamos sin querer...:(
Besos y salud

Blue dijo...

Carmela, doy fe de que tienes un buen catálogo de sitios donde estar a gusto. Esos tampoco los descarto, que la costa me gusta mucho.
;-)
Bicos.

Cabronidas, de eso quiero también antes de jubilarme, es decir, siempre, jaja.

Mariajesús, sé que tu parada en Paradela es como la que describe Alvite y además sabemos todos que la disfrutas al 200%.
Bicos.

Genín, más jodería si no tuvieras a donde ir, que de eso también hay, pero como no es tu caso...a vivir. Ahí o en Asturias.
Los padres no molestan. Molestan algunos vecinos, algunos jefes...alguna gente.
Besos y salud.

Doctor Krapp dijo...

Grandísimo escritor, Alvite. De una saga familiar de enormes periodistas compostelanos.
Sin embargo creo que su mirada hacia la aldea perdida tiene algo de postal antigua. Él era un hombre urbano de humo, alcohol y confidencias al camarero agarrado a una barra de bar como si fuese un náufrago.
Bicos

Blue dijo...

Krapp, supongo que por eso habla del pueblo en pasado y aparece solo como un recuerdo.
Al final naufragó en humo.
;-)
Bicos.

Il Gatopando dijo...

Yo soy urbanita pero viví cinco años en un pueblecito olvidado de la Sierra madrileña. Curiosamente me acerqué a él el sábado -hacía tiempo que no iba- para llenar bidones con agua que brota de una fuente que hay a la entrada del pueblo. En el escaso tiempo que pasé allí vi hasta seis perros abandonados, algunos de ellos con collar. No es que me sorprendiera ya que conocía el fenómeno de cuando vivía allí, aún así me parecieron muchos. Es la aportación de quienes llegan al pueblo desde la ciudad, aunque sea solo por un momento y con una idea muy concreta.

Siento el halo desmitificador que aporto respecto a la entrada del blog pero es que tengo la experiencia tan reciente...

Saludos

David dijo...

Pues ya lo siento por Alvite. Escribía bien. Me suena que has traído más cosas de él por aquí.
Pero el tema de los pueblos.
mmm... Hasta yo (que soy urbanita total) he pensado en lo de ir a vivir a un pueblo. Pero lo de los pueblos suena más idílico de lo que es, ¿no?
Habrá de todo, vamos...pero la vida en el campo (cuando no vas de vacaciones) debía ser bastante dura (el campo "envejecía" más que la ciudad) y las puertas estaban más que abiertas...lo de que en el pueblo todo el mundo sabía... No sé... Te digo porque alguna vez he estado en un pueblo y la anfitriona decía "habla más bajo, que esos (y esos estaban a 20 metros en la casa de al lado!!) no tienen por qué enterarse...que en este pueblo son muy cotillas!!)
En fin... De todo en todos lados. Pero seguro que "ahora" la vida será más barata y tranquila.
Un saludito.

Blue dijo...

Gatopando, el que lleva al pueblo con maneras de urbanita puede hacer esas cosas y peores, pero no creo que una persona que haya nacido y vivido en él tenga un perro abandonado o con collar.
Y habrá de todo, que la proporción de santos debe ser la misma que en cualquier otra parte, pero hay un contacto estrecho con la naturaleza y sus ritmos, que conlleva alguna que otra cosita buena de las que en la ciudad no podemos disfrutar.
Y vivo en una pequeña, pero aún así noto mucho la diferencia de compás.
Saludos.

David, en los pueblos las distancias entre el vecindario son mucho más cortas, para bien y para mal. Pero cuando es para bien, los vecinos se convierten en familia también, y eso, cuando uno está solo, no es nada malo. La ciudad para algunos es muy agresiva.
A mi, más que el pueblo, me gusta la aldea, que es lo que ve en la foto, jaja.
Besos.

Lucas Fulgi dijo...

Fantástico. Parece el comienzo de una novela... y las fotos acompañanan muy bien.

Darío dijo...

"Yo no tengo pueblo al que volver..." , ahí me desarmo, ese es el punto de desintegración... UN abrazo.

Yeka dijo...

Pueblo, aldea, campito, lo que sea, sin duda es mejor que tanto ruido, tanto silencio y tanto alboroto. Pero yo que de campo y pueblos se mucho, a veces también se tornan alborotados, ruidosos y molestos...salvo los árboles, los caminos que recorrer a pie, los pájaros, el sol, la luna, una montaña a lo lejos, un hilito de agua avanzando...Un abrazo Blue!

Errata y errata dijo...

Una entrada perfecta. En todos los sentidos. Me derretí.
Besos.

Blue dijo...

Gracias, Lucas, no lo puse entero pero sí, casi es un microrrelato.


Darío no se sabe qué es mejor. Otros dicen que no se debe volver a los lugares donde se fue feliz.
Besos.

La naturaleza, Yeka, a veces da sustos, pero cerca de ella no estamos mal.
Besos.

Gracias, Maia. Un beso.

Frankie dijo...

Io voglio ritornare a la campiña en cuanto me jubile, cara amica. A Pasear, tomar el sol y dormir a pierna suelta. Eso si, aun quedan muchos Brigadoones por comentar (espero) Bonitas fotos y besos desde la hierba.

marcela dijo...

Blue, siempre pensé que debía vivir en el campo o en una gran ciudad. Lo urbano me atrae o me atría mucho, pero en realidad, vivo en una aldea que limita no muy lejos de mi casa. Mi casa es mi aldea, en plena urbe madrileña-centro- pero sin contaminarme. Gracias a que trabajo en casa me evito atascos y horas punta. El año pasado sin embargo, me dió un arrebato y compré una casita pequeña en el campo valenciano. La hice entera con un chico rumano que es parte de mi familia y nos quedó muy bonita. Lamentablemente de momento voy poco, pero he descubierto que parte de la felicidad puede estar en el campo. Veremos. Qué pena que Alvite haya fallecido, no lo sabia. Un gran abrazo.

Blue dijo...

Frankie, ese día tendré que verlo yo para creerlo, jaja.
Besitos, hombre verde.

Marcela, eso es lo ideal, poder escoger según las necesidades del momento. Saber crearse un pequeño mundo tranquilo dentro de la ciudad no es poca cosa.
Un abrazo.