viernes, 6 de febrero de 2009

BOOM-BOOM




Llamada de urgencia. Unos papás han ido a pasar el fin de semana a un hotel de Madrid. Angustiados por un llanto nocturno del niño le dan un biberón y se calla. Al día siguiente llaman al pediatra, osease yo, aunque no son pacientes míos. "Doctor, estamos muy preocupados. El bebé se ha puesto a llorar esta noche con "el corazón encogido" no sabíamos que hacer; le hemos dado un biberón y se ha callado." Me quedo atónito y pregunto: "¿ahora está bien? "Sí, está perfecto". Sigo anonadado por la llamada "urgente". ¿No creen que lloraba de hambre?, insinúo. "No doctor, sabemos perfectamente cuando llora por hambre y esta vez lloraba con el corazón encogido".

¡Caray!, pensé, qué fenómenos de padres. Mi malévolo cerebro bullía de incredulidad y cabreo. Pensé por un momento en preguntarles si el corazón se encogía hacia la derecha o hacia la izquierda pero me reprimí. "¿No hacía calor en la habitación?" inquirí, "sí doctor" "quizás tenía sed" le insinué. El papá categórico me repitió la misma cantinela: "Sé cuando llora de hambre y esta vez no era por eso, lo sé. Le notaba que se le encogía el corazón" "¿Cómo lo ve ahora?" volví a preguntar. "Ahora está muy bien". "Llámenme enseguida si se le vuelve a encoger el corazón, ¿de acuerdo?" rezongué con voz suave.

No he vuelto a recibir ninguna llamada. Buff, se le ha desencogido el corazón...




Reflexiones de un pediatra curtido

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1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Muy Bueno!
Es que a veces los padres tenemos rayos X en los ojos para nuestros hijos.